NOTAS DE UNA DEAMBULANTE INMÓVIL
NOTA I.- ADORO LA TELETRANSPORTACIÓN....................
Sabía que era él. Al principio no con una certeza plana. Ahora la planicie se alarga y deseo andar por ella. No quiero extenderme con subjetivismos propios de mi signo zodiacal. Lo cierto, es que lo que me ha obsesionado todo este tiempo fue la manera cómo ese conocimiento vino a mí, en aquella minúscula habitación, fría como la ciudad donde se encontraba.
Con él a mi lado sucedió todo.
Cerré los ojos. Apareció la ciudad reflejada en mis párpados. No la ciudad donde estaba la habitación, nosotros juntos con el principio del otoño arrancando; sino la ciudad tropical en la crecí. La ciudad bondadosa en clorofila se abría ante mí. Podía sentir el humo de los autobuses, el olor de las pieles de los andantes al mediodía, los colores enloquecidos del Caribe.
El primer paseo se presentó así de arbitrario. Ahí en la esquina norte donde esta La Previsora. Mi mirada se acercaba en un zoom rápido enfocado directamente en la parada de los carritos por puestos. En la parada subía una señora gorda a un autobús, pude ver su pantalón blanco, apretado, por el que se entreveían los hoyos que una celulitis prolongada había esculpido en sus glúteos y muslos.
Abro los ojos.
Miro el techo, las paredes con afiches de mitos del pop- Siento su cuerpo a mi lado, la respiración del sueño, la brisa que mueve las cortinas improvisadas con viejas sábanas. Cierro los ojos. Un deseo se apodera de mí. Continuo mi paseo.
Deseo volver a esa ciudad desquiciada, que a nadie le interesa. En mi mente, Charly canta: adoro la teletransportación.
Sigo esas nalgas regordetas, pero paso inmediatamente a la persona que sube al autobús detrás de ella. Qué risa el bigotillo que ese muchacho se deja crecer, signo indudable del comienzo de otra etapa: la de hombre- qué risa. Sigo inspeccionando la fauna del lugar. Unas chicas con ropas mínimas caminan con sus carpetas de apuntes bajo el brazo. El tráfico avanza y yo continuo mi ruta, siempre con la misma disyuntiva ¿subo hacia la derecha y agarro por la avenida Andrés Bello y después subo hasta la Cota mil por La Florida, o tal vez mejor por Maripérez; o agarro a la Izquierda y sigo por Plaza Venezuela hasta Parque Central y subo...?
El frío me hace volver a la habitación. Cierro la ventana. Busco una cobija. Lo abrigo con ella, me aceco a él. Duermo.